miércoles, junio 30, 2004




Desde hace años no pregunto a nadie por su edad. Me sirve de muy poco. He descubierto que sólo hay dos tipos de personas: los jóvenes y los viejos. Esta mañana lo recordaba mientras veía a mi joven jefe de 44 años con su viveza habitual tomando café con un viejo de 27 años que se acaba de incorporar al departamento.




martes, junio 29, 2004




Ayer me preguntaba por las cosas que no había heredado de mis padres. La lista era tan grande que me dio miedo. Soy la primera generación:

-Que conduce.
-Que lee la prensa.
-Que ha volado en avión.
-Que ha asistido a un concierto.
-Que no se ha casado por la Iglesia.
-Que ha parido en una clínica.
-Que regala flores.
-Que viaja por placer.
-Que ha vivido sola.
-Que tiene libros por todas partes.
-Que accedió a la Universidad.
-Que usa plato de postre.
-Que visita anualmente al dentista.
-Que no se vestirá de luto.
-Que tiene dudas existenciales.
-Que se hace este tipo de preguntas.




lunes, junio 28, 2004




Antes de que los mensajeros anegaran con sus ciclomotores las grandes ciudades y se hicieran imprescindibles para la vida diaria de grandes y pequeñas empresas, los críos de pueblo ya éramos profesionales, inconscientes, del asunto. No hacíamos otra cosa, aparte de ir a la escuela. Vete a por el pan, a por la leche, nos decían; pídele a la abuela un poco de perejil, mandaba la madre, tráeme un paquete de Celtas, ordenaba el padre. Asómate a ver qué pregonan, lleva estos huesos a la perra de tío Paco, vete a recoger la cabra, pregunta a tía Carmen que a qué hora es la misa..., y así todos los días todos los días del año.

Un día mi madre me hizo un encargo muy peculiar que normalmente no solía delegar: ir a pagar la iguala al médico. Me lo pidió porque estábamos fuera de fecha y pensó que a una niña no le reprocharían el retraso. Pero se equivocó. El médico cogió las monedas y me dijo: dile a tu madre que cuando os pongáis enfermos iré a visitaros dos días más tarde. No supe a qué se refería, pero eso me pasaba a menudo y no me sorprendió; no obstante, le di el recado a mi madre letra por letra. Y me tocó volver otra vez a casa del médico con la respuesta de mi madre. Cuando me abrió la puerta le dije muy seria: dice mi madre que muchas gracias pero que no se preocupe, que le avisaremos dos días antes.

Y me fui a jugar.




domingo, junio 27, 2004




Cuando llegué a Madrid no me sorprendieron las cosas que yo esperaba que me sorprendiesen: los edificios altos, el Metro, las escaleras mecánicas, el pedazo estanque del Retiro, los macrocarteles de los cines de la Gran Vía, las putas en las calles del centro, los escaparates de Galerías Preciados, los músicos callejeros... No, a mí lo que realmente me sorprendió fue que la gente caminara tan deprisa.




viernes, junio 25, 2004




Cuando conocí al que ahora es mi marido lo que más me atrajo de él fue su pico de oro y su bien amueblada cabecita. Me enamoré como una adolescente y en ese estado de enajenación poco más pude ver. Bueno, algo sí, que era alto, porque tenía que ponerme de puntillas para besarle en los labios y que estaba delgado porque cuando paseábamos cogidos de la cintura conseguía abarcarle.

Cuando empecé a frecuentar su casa, ambos vivíamos solos, las continuas llamadas de sus alumnas me incomodaron y empecé a sospechar. Intuí que algo me ocultaba, algo que en mi estado era incapaz de percibir pero que estaba ahí y que convenía que me enfrentara a ello.

Un día me armé de valor, me olvidé de su verbo fácil y de su inteligencia preclara y me enfrente a él como si le acabara de conocer. Y lo que descubrí me fascinó: era un tipo muy atractivo. Y yo sin enterarme.




jueves, junio 24, 2004




Esta mañana dos secretarias de la empresa donde trabajo me han pedido un consejo. No se trataba de algo relacionado con el trabajo como yo he imaginado al principio, sino que recababan mi opinión para elegir un regalo a otra secretaria que nos deja. Me han mostrado un catálogo y me han pedido que elija entre dos pulseras de oro. Les he dicho que sentía no poder ayudarlas, pero ningún objeto de oro suele resultarme atractivo.

Les he mostrado las manos y me he tocado el cuello al tiempo que les decía que el oro nunca me ha gustado, que ni siquiera llevo alianza. Se han quedado boquiabiertas y la más joven me ha dicho que mira que soy rara, que no conocía a nadie que no le gustase el oro, que eso era tan chocante como no gustarte la cocacola. Les he sonreído y he cogido el expediente que había ido a buscar, desde la puerta me he vuelto y se lo he confesado:

-Tampoco me gusta la cocacola.




miércoles, junio 23, 2004




Estamos en San Sebastián, en una habitación del Hotel de Londres y de Inglaterra. Hemos vuelto de comer y estamos los cuatro haciendo risas y con ese sopor que sólo los buenos vinos producen. Deberíamos estar cada pareja en su habitación durmiendo la siesta pero no nos apetecía separarnos. EL está sentado en una especie de butaquita que hay junto a la ventana y ha corrido las cortinas para que no le dé el sol en la cara. La otra pareja está tumbada de cualquier manera en una de las camas y yo estoy sentada en la otra manoseando un libro de Anagrama. Deberíamos dormir un rato, propongo. El chico me señala el libro y me dice que sin cuento no puede dormirse, que por qué no les leo algo. Me río y le digo que no creo que pudiera dormirse y le muestro la portada del libro: dos chicas vestidas con corsé y con un gesto entre desafiante y lúbrico.

EL se levanta de repente, se acerca a mí, y me dice: Anda, lee, que lo estás deseando. Empiezo a leer mientras EL a mi lado comienza a acariciarme una rodilla. Cuando su mano sube por mi pierna tomo aire para que mi voz no acuse el estremecimiento. Cuando la cabeza de la chica se apoya en mi hombro y su pelo me roza el cuello hago un esfuerzo para seguir leyendo. Cuando el chico toma mi pie izquierdo entre sus manos y empieza a masajearlo siento deseos de cerrar el libro. Pero no quiero arriesgarme y sigo con lo mío.

Y ellos también.




martes, junio 22, 2004




Desde siempre he sido una defensora acérrima de las relaciones de pareja. He dedicado muchas horas a vivirlas, a desmenuzarlas, a desentrañarlas, a hurgar en todos sus recovecos y, finalmente, he llegado a la conclusión de que este tipo de relaciones es una de las pocas aventuras vitales que podemos permitirnos. Nunca he sido tan libre ni me he sentido tan independiente como desde que le conocí a él. Nuestra relación ha ido creciendo con los años. Hemos vivido juntos momentos turbadores, baches existenciales, enamoramientos sucesivos, desapasionamientos repentinos y hasta fases que parecían terminales. Y todo ello no ha hecho más que fortalecernos.

Sin embargo, a veces siento la necesidad de otros aires, otros coqueteos, necesito escapar a esa "dictadura de la pareja" y jugar a otros juegos. ¿Alguien lo entiende?




lunes, junio 21, 2004




Mi último viaje a Londres lo hice en calidad de cónyuge cariñosa. Días antes había visto la película Lost in traslation y desde que salí del cine empecé a fantasear con que algo así me ocurriera en mi estancia londinense. Iba a pasar muchas horas sola y empecé a albergar la esperanza de un encuentro fortuito.

La primera mañana la dediqué sólo a pasear, a deambular por calles y parques, sin rumbo aparente y dispuesta a detenerme en cuanto Bill Murray se me hiciera presente. La segunda lo busqué en las salas desiertas del Victoria & Albert, en los bancos de St Martin in the Fields mientras una chica rubia de pelo largo tocaba el chelo, en los mostradores de Fortnum & Mason entre olor a chocolates e, incluso, tomando café en un catamarán sobre el Támesis. Ni rastro de él.

Al tercer día descubrí los patos de St James Park y me olvidé de Scarlett Johanson. Esos son patos y no los del Retiro.




domingo, junio 20, 2004




Muchas noches se repite la misma escena. Yo me siento frente al ordenador en el estudio a dar de comer a mi blog y él se sienta en el salón frente a un canal de cable a ver videoclips. La música me llega unas veces baja, otras normal y otras muy fuerte cuando la ocasión lo requiere. En un momento dado le oigo decir ¡tu canción! y atravieso el pasillo corriendo, me siento en el sofá con la espalda recta y las manos sobre las rodillas y clavo la vista en la pantalla en blanco y negro. Ella canta y dice malo, malo, malo eres y tonto, tonto, tonto eres... y no puedo dejar de mirar esos ojos.

Gracias, Bebe.




viernes, junio 18, 2004




La mayoría de la gente de mi pueblo emigró a Madrid. Los más apocados, sin embargo, se quedaron en Talavera y una avanzadilla se fue al extranjero. Los que eligieron Alemania se lamentaban, cuando iban a tomar algo, de tener que pedir siempre cerveza. Echaban de menos los chatos de vino y las tapas. Un día, según nos contaba a la vuelta uno de mis tíos, se rebelaron y decidieron pedir algo español. Se envalentonaron y le dijeron al camarero teutón: "zwei cocacolas".
Aguanté la carcajada cuando me di cuenta de que mi risa iba a sorprenderles.




jueves, junio 17, 2004




Camionero, un visitante asiduo de este blog, me ha remitido el texto que sigue. Mi natural condescendiente y mi simpatía por los espontáneos hace que atienda su petición y lo publique en esta página.

"Veía un ángel [...] no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan. Deben ser los que llaman cherubines, que los nombres no me los dicen [...]. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas: al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada con amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto."
Camionero





miércoles, junio 16, 2004




Después de leer Usted, un librito de poemas de Almudena Guzmán, utilicé este tratamiento para dirigirme a los chicos a los que acababa de conocer. Todos me miraban con asombro e insistían en que los llamara de tú. Pensaban que los consideraba mayores de lo que eran, y yo me disculpaba aduciendo un cierto afrancesamiento. No renuncié y seguí insistiendo hasta que apareció usted, y usted lo entendió. Y entonces le leí este poema:

Esto ya va mejor.
Ya no le tengo miedo.

Y me complace que usted,
como quien no quiere la cosa,
haya fijado el barniz de sus ojos en mis piernas.


Y usted sonrió y me miró las piernas, y ya te llamé de tú.




martes, junio 15, 2004




Ayer, perdida en las páginas de un libro, encontré la única foto que me hice con ella. Llevamos mallas de baile y estamos sentadas en el parquet. Tenemos el pelo revuelto y supongo que debieron de tomarla al final de la clase de expresión corporal. Hay desmadejamiento en el cuerpo de ambas, fruto del cansancio, por una parte, y de la laxitud que nos invadía al finalizar. Estamos muy juntas y nos dejamos caer una sobre la otra. Ella tenía diecisiete años y yo casi veinte. No conservo recuerdo alguno de aquella tarde.
Sin embargo, sí recuerdo la multitudinaria fiesta que el cónsul, uno de nuestros compañeros de clase, organizó al finalizar el curso en su casa de Guzmán el Bueno. Ella y yo no nos separamos en toda la noche. Nos habíamos cogido cariño y sabíamos que, en adelante, ya no nos veríamos con tanta frecuencia. Estuvimos sentadas en un sofá haciendo risas, cogiéndonos las manos, abrazándonos y tomándole el pelo a un amigo del cónsul que pretendía llamar nuestra atención. Para disuadirlo nos dimos un beso en los labios, algo habitual entre quienes asistíamos a aquellas clases al encontrarnos o despedirnos, pero que en ese momento adquirió un significado distinto: al levantar la vista, mis ojos se cruzaron con los del cónsul y percibí el estremecimiento que le acababa de recorrer.




lunes, junio 14, 2004




Todas las mujeres en el amor tienen los ojos bonitos, decía Marguerite Duras. Es posible; a mí, en cambio, me los embellece el deseo. Y mis labios se ponen más rojos.




domingo, junio 13, 2004




De sobra es conocido por todos mi escasa afición futbolística, pero hoy tengo que abordar este tema, aunque sea tangencialmente, porque afecta nada menos que a la política nacional. Dice El País que Mª Teresa Fernández de la Vega, que estaba en Faro presenciando el encuentro del sábado de la selección española, habló en el descanso del partido con Zapatero y éste le dijo que tenía que salir Valerón. Y lo cuentan en la sección de Deportes como una anécdota, sin darle más importancia. Un periódico no puede limitarse a eso, debe hacer un análisis en condiciones, los lectores queremos saber y no quedarnos en lo epidérmico. Pues nada, han pasado por encima y a otra cosa.

Pero yo no puedo quedarme callada, quiero que desde el principio se vea que soy una profesional comprometida y que no le tiene miedo a nada. Y utilizo esta tribuna para decirlo: Zapatero te has pasado. No dudo que lo hayas hecho con la mejor intención y que, en tu afán por regir los destinos de este país con la máxima solvencia, quieras llegar a todo. Pero te equivocas, hasta ese nivel de detalle no puedes llegar, y si lo haces estamos apañados. Así que por el bien de tu partido, de ti y de España: delega, presidente, delega.




viernes, junio 11, 2004




He decidido profesionalizarme. Es cierto que le he cogido el gustillo a la escritura, pero lo que me ha animado a tomar esta decisión es el eco internacional que está adquiriendo mi blog. Las visitas que he recibido de Polonia, Eslovenia, y otros lugares más remotos y exóticos aún, han despertado en mí la necesidad de llegar a un público más amplio, de no limitar mi mensaje a los internautas insomnes. Quizá lo aconsejable hubiera sido iniciar mi carrera en la prensa escrita, pues de eso se trata, con un plan de expansión prudente: las revistas de barrio, los periódicos gratuitos que reparten a la entrada del metro. O en todo caso, la revista corporativa de mi empresa. Pero aspiro a salir en las negritas de Umbral, a que Elvira Lindo se ponga ciega de rabia, a la recompensa del aplauso internacional y a la portada del Times. No hay prudencia que valga cuando se aborda un gran reto. Así pues, he decidido tomar al asalto El País. Otros lo han intentado antes que yo pretendiendo entrar por la puerta vergonzante de las "cartas al director". No es mi estilo. Quiero la primera página de Tentaciones.
La osadía tiene sus recompensas: ahí estoy, encabezando la sección "Estamos hartos de...": soy esa, la que se oculta bajo las iniciales B. P. Estoy segura de que todos habréis reconocido mi estilo inconfundible. Eso sí, los de El País no me han pagado nada.




jueves, junio 10, 2004




Hoy he tenido un día agotador.
Estoy tan cansada que sólo me apetece hacerme un poco la pelota a mí misma.
Y en esas estoy. Haciéndome un ovillo.




miércoles, junio 09, 2004




Se busca DETRACTOR/A

Dominique y yo, Bo, vamos a cumplir cien días cibernéticos. Como ocurre en el caso de los Gobiernos, ya nada será lo mismo. Se acabaron los paños calientes, los comentarios del tipo "bonito post, bonita falda": de ahora en adelante tendremos que estar preparadas para lo que venga: lisonjas, risitas y complicidades, pero también cajas destempladas, salidas de tono, correos amenazantes, descalificaciones gratuitas y de las otras, comentarios con mala baba...

No nos dan miedo los detractores. Ningún miedo. Pero sí nos asustan los aficionados: nos merecemos un buen detractor o detractora, profesional. Por eso, antes de que surjan espontáneos queremos ofrecerle la plaza a alguien que sepa qué se trae entre manos: que denigre con criterio, con ganas, un ejemplo para tanto advenedizo. Lo cuidaremos, lo mimaremos y le daremos motivos para la burla, el escarnio y, eventualmente, el insulto puro. Queremos que se sienta realizado.




martes, junio 08, 2004




Mi adicción a la letra impresa me ha proporcionado muchas satisfacciones y algún contratiempo. Uno de los problemas de pasar horas enfrascada en la lectura es que acabas citando a diestro y siniestro y la gente se mosquea; en medio de una conversación aludes a Bernhard, a Amis o a Canetti y te miran pensando, hay que joderse lo pedante que es esta tía. Y lo peor es que tú lo haces con una naturalidad pasmosa: simplemente hablas de la gente que frecuentas.

Un día, harta de aguantar esos comentarios, me puse a darle vueltas y no tardé mucho en encontrar una solución. Desde entonces nada de citar a autores de culto, todo queda en casa. Ya no digo que estoy de acuerdo con Chejov cuando afirmaba que "si le tienes miedo a la soledad, no te cases". Ahora digo:

- "Como suele decir mi padre, si le tienes miedo a la soledad..." (aunque también pongo en boca de mi padre a otros autores rusos).
- "Si ya lo decía mi madre..." (aunque quien lo haya dicho sea la Duras, la Lessing o cualquier otra autora que frecuente en esos momentos).
- "En mi familia siempre lo han dicho..." (y me apoyo en el novelista del XIX que me apetezca).
- "Mi hermana la pequeña siempre me dice que..." (y aquí entran casi todos los cuentistas norteamericanos).
- "Mi hermana la mayor siempre mantiene que..." (suelo utilizarla para Marías, Vila-Matas y similares).
- "Mi tía, la modista, me repite continuamente que..." (y acudo a los escritores alemanes de entreguerras).

Hasta ahora nunca había tenido problemas. Nadie se sorprendía de que tuviera una familia tan ingeniosa. Lo malo es que he terminado haciéndolo también en casa de mis padres. Y empiezan a mirarse como extraños.




lunes, junio 07, 2004




Creo que mi blog corre peligro. No se trata de que me aburra escribiendo (me divierto un huevo), ni de que la adicción me domine (ya lo tenía previsto), tampoco tiene la culpa Dominique (le encanta estar en un segundo plano). Se trata de mi pareja.

Dice que pasa por todo: por mis provocaciones, por mis coqueteos, por mis relatos pretendidamente sados, por mis juegos, por que muestre las piernas, por mis veleidades de mujer seductora... Pero, me ha dicho, que por lo que no pasa es porque no tenga un estilo definido. Cada uno de tus textos (post, para nosotros) parece escrito por una persona distinta, me ha recriminado. Sabes que soy una mujer plural, me he defendido. Ha soltado una carcajada y me ha dicho que tengo esta semana de plazo. Y en ésas estamos.







A veces se me ocurren cosas de lo más peregrinas.

Anoche, por ejemplo, después de leer un cuento de Updike fascinante y turbador, sentí el deseo de compartirlo, de llenar mi casa de gente y organizar una de esas lecturas al estilo del siglo XIX. Luz tenue, música de fondo, galletas de chocolate y naranja, ese relato de Updike o cualquier otro de Carver o de Richard Ford y mi voz.

¿Alguien se apunta?




domingo, junio 06, 2004




Escritura creativa de sustantivos:

La ............ humana es como un ........... cascado en el que tocamos ............. para hacer bailar a los ......, cuando lo que quisiéramos es conmover a las ..........

(La frase pertenece a un conocido escritor, cuya identidad revelaré más adelante. Mientras tanto, ¿jugamos a reconstruirle la historia? Ya lo veo retorciéndose en su tumba).





viernes, junio 04, 2004




Fiesta Fetichista

Todos vestían de negro. En un momento dado, el tipo que estaba a mi izquierda cogió mi mano derecha y comenzó a frotarme la palma de la mano. Después sacó una especie de fusta que era una tira de cuero cortada en dos y empezó a hacerme cosquillas con las puntas, por la palma, por los dedos, por las yemas, yo miraba la fusta y le miraba a él entre expectante y curiosa, y cuando menos me lo esperaba... ¡zas!... recibi un golpe seco: el dolor era mínimo y el cosquilleo que provocaba insoportable. Me quedé paralizada, pero no hice ninguna intención de retirar la mano. Al contrario, le miré desafiante y...¡zas!... me gané el segundo... acercó mi mano a su boca y sopló y me echó su aliento, alternativamente, otro golpe.... ¡zas! y me deslizaba el cuero por la piel haciendo pequeñas presiones, otro ...¡zas!.... y cuando el calor era más intenso me daba pellizquitos en las zonas más carnosas, al siguiente golpe... ¡zas!..... cerré los ojos para atrapar mejor las sensaciones y él dobló la correa en dos, frotó el extremo redondeado sobre mi palma, dejándolo deslizarse lenta y firmemente y sentí como si tuviera sobre mi mano un glande caliente, jugoso y brillante.

(Los chicos de lo mejor de todo han decidido dar a mi relato el primer premio de su I Concurso Erótico-Pornográfico. Y no seré yo quien se lo discuta, pero sí quien se lo agradezca.)




jueves, junio 03, 2004




A la gente de mi pueblo nunca les interesó el fútbol. Pensaban, con la lógica de los que viven estrecheces, que siendo bolos sólo podían aspirar a ser seguidores del Toledo o del Talavera y, francamente, bastantes derrotas cotidianas tenían que soportar como para incorporar una más, y encima en domingo, cuando se lavaban y se vestían de fiesta, aunque siempre les quedaran restos de tierra entre las uñas.
Los primeros que emigraron a Madrid se hicieron madridistas nada más llegar: volvían al pueblo para las fiestas con la bufanda blanca, pero con la boca cerrada. Se reunían en secreto para festejar las copas que su recién estrenado equipo iba acumulando. Un día alguien se fue de la lengua y todo el pueblo abrazó los colores blancos. La alegría les duró poco, había empezado el declive del Madrid, y hasta los equipos más modestos se permitían el lujo de humillar a los del Bernabéu en su propio campo. Los de mi pueblo pensaron cambiarse de bando, y hacerse del Barcelona o del Valencia pero, finalmente, les dio un poco de pereza y se olvidaron del fútbol. Y volvieron a lo suyo.




miércoles, junio 02, 2004




Siempre he sido muy cauta con los relecturas y otras recuperaciones. Tengo miedo a que no me fascinen como lo hicieron la primera vez y a que ese recuerdo se desdibuje. Por eso, no puedo ir al concierto de Bebo Valdés y Diego el Cigala del viernes. Disfruté de ellos en diciembre pasado y sé que no sería lo mismo. Me conformaré con escuchar, una vez más, un disco que me sé de memoria y con releer lo que escribí a un amigo a la mañana siguiente del evento:

"Unai,
El concierto de anoche fue memorable. Me emocioné, me estremecí, reí, lloré y eso, como sabes, no se vive muy a menudo. Al acabar hubiera necesitado cinco minutos de títulos de crédito para recomponerme y volver a la realidad, poco a poco. Me hubiera gustado más ese recogimiento, pero un auditorio exige otras puestas en escena, así que me levanté, como toda la sala, y despedimos a esos chicos como se merecían. Un auténtico lujo."




martes, junio 01, 2004




Tardé años en descubrir que tengo un temperamento adicto. Desde entonces tengo mucho cuidado de a qué personas, cosas, sustancias o situaciones me acerco.

Algunas de mis adicciones de siempre:
-La letra impresa.
-Los tejidos naturales.
-La música barroca.
-La risa de los que me importan.
-La repostería de almendra.
-Las orquídeas.
-La arquitectura funeraria.
-Los coqueteos...

Mi última adicción:
-Los post de Bart.