Después de leer Usted, un librito de poemas de Almudena Guzmán, utilicé este tratamiento para dirigirme a los chicos a los que acababa de conocer. Todos me miraban con asombro e insistían en que los llamara de tú. Pensaban que los consideraba mayores de lo que eran, y yo me disculpaba aduciendo un cierto afrancesamiento. No renuncié y seguí insistiendo hasta que apareció usted, y usted lo entendió. Y entonces le leí este poema:
Esto ya va mejor.
Ya no le tengo miedo.
Y me complace que usted,
como quien no quiere la cosa,
haya fijado el barniz de sus ojos en mis piernas.
Y usted sonrió y me miró las piernas, y ya te llamé de tú.