lunes, junio 07, 2004




A veces se me ocurren cosas de lo más peregrinas.

Anoche, por ejemplo, después de leer un cuento de Updike fascinante y turbador, sentí el deseo de compartirlo, de llenar mi casa de gente y organizar una de esas lecturas al estilo del siglo XIX. Luz tenue, música de fondo, galletas de chocolate y naranja, ese relato de Updike o cualquier otro de Carver o de Richard Ford y mi voz.

¿Alguien se apunta?