viernes, septiembre 11, 2009




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"Donde no entra el sol, tiene que entrar el médico y donde no puede vivir un árbol, no puede ni debe vivir tampoco un ser humano. Suponiendo que pudiéramos plantar árboles en todas las calles estrechas del Madrid actual, nadie dudará que vivirían muy pocos, faltos de luz y de aire y, sin embargo, nos parece natural y corriente que allí vivan miles de seres humanos."

Esto pensaba Arturo Soria y basándose en esta filosofía diseñó su Ciudad Lineal, y la calle que llevaría luego su nombre: una gran avenida por donde circulaba el tranvía y que tenía siete filas de árboles. Cuando conocí este barrio me fascinó y cuando al nacer mi hijo tuve que dejar el centro de Madrid sabía donde quería vivir.
Me encanta caminar por esta calle con sus enormes aceras y su césped, y sus cientos de árboles. Cuando lo hago sola me encanta oír los trozos de conversaciones de la gente con la que me cruzo, o a la que adelanto; a veces tengo que andar más deprisa para seguir en la conversación o demorarme para no perderme la continuación de lo que cuentan. El otro día caminaba detrás de una pareja de esas de edad indefinida cuando me di cuenta de que iban hablando sin parar, así que aligeré la marcha y me coloqué tras de ellos dispuesta a ponerme al tanto de su charla. Me quedé de piedra al oír a la mujer decir: "Dios te salve María llena eres de gracia..." y al hombre contestar: "Santa María madre de Dios ruega por nosotros...".
Así que en cuanto llegué a casa le dije a Mr. Peep: "Tenemos que volver al centro de Madrid. ¡Ya!". Y en esas estamos.