viernes, octubre 28, 2005




Un 1 de diciembre de 1955 Rosa, una costurera de 42 años, viajaba como lo hacía a diario en autobús, sentada en los asientos destinados a la gente de color. Rosa sabía que cuando se ocuparan todos los asientos reservados para los blancos debería levantarse para ceder su sitio a cualquier blanco que quisiera sentarse, como siempre lo había hecho. Pero cuando llegó el momento Rosa se negó a levantarse y fue arrestada y condenada por infringir la ley. Cuando le preguntaron en el juicio que por qué no había cedido su asiento la costurera contestó que porque había pagado su billete como cualquier otro. Puro sentido común, que le costó perder su empleo y tener que abandonar Montgomery tras recibir varias amenazas de muerte.
Pero su gesto no se perdió como tantos otros se pierden. El mismo día en que fue condenada un joven entonces desconocido, Martin Luter King, lideró un boicoteo contra esa norma y todos los negros se negaron a utilizar un medio de transporte que les humillaba de esa forma. La lucha duró más de un año, y estuvo a punto de llevar a la ruina a la compañía de autobuses pues más del 75% de sus viajeros eran negros, pero finalmente consiguieron que se derogara esa ley racista.
Rosa Lee Parks estaba echada la siesta el pasado lunes y se durmió y no se despertó mas. Descanse en paz.




miércoles, octubre 26, 2005




Desde siempre me ha interesado sobremanera todo lo que gira alrededor de las relaciones de pareja. No sé quién dijo que era una de las pocas aventuras que nos era permitido vivir y sea quien fuere creo que tenía razón. Ojeo todo lo que cae en mis manos sobre este asunto y cuando leo libros de memorias o biografías me fijo especialmente en cómo se relacionaron con el sexo opuesto. Lamento, sin embargo, no poder complacer a los que me preguntaban de dónde había sacado la afirmación de mi post del día 17: son cosas que se te quedan, de la misma forma que acabas sabiendo que tras las vacaciones aumentan las peticiones de divorcio o que las mujeres contraen segundas nupcias en menor medida que los hombres.
De todas ellas hay una que me ha llamado siempre la atención y es el hecho de que la tasa de divorcios en segundos matrimonios sea sensiblemente inferior a la de los primeros. Siempre me he preguntado si era porque la elección, al tener una experiencia previa, había sido más acertada o si, simplemente, caían en la cuenta de que era más de lo mismo. ¿Alguien lo sabe?




domingo, octubre 23, 2005




La manía de hacer los teléfonos móviles cada vez más pequeños está consiguiendo que las ciudades parezcan un deambular de zumbados que hablan solos. Y es que está claro que los que diseñan ese admíniculo son hombres. No se han dado cuenta de que esos aparatos no pueden sujetarse con el hombro al ser tan enanos, de que se les escurren de las manos a los abuelos y de que a los únicos que les beneficia ese pequeño formato es a ellos, que pueden guardárselo en su bolsillo sin que apenas abulte. Nosotras, las chicas, solemos llevar unos bolsos fantásticos donde meter un móvil de tamaño mediano o lo que se nos ponga por delante.
Pues bien, estamos de suerte porque, por fin, alguien ha pensado en nosotras y desde ya podemos sacar este fantástico auricular de nuestro bolso cuando cuando suene el móvil. Y es que en esta ocasión el asunto del tamaño sí importa. Y mucho.




miércoles, octubre 19, 2005




Hace unos meses, en una velada literaria organizada por Carmen Balcells en el Palau de la Música de Barcelona, se pidió que cada uno escribiera sus "razones" para leer un libro. Estas son alguna de ellas:
Gabriel García Márquez: "La lectura es el modo más feliz de conversar con uno mismo."
Antonio Lobo Antunes: "Leo porque no sé bailar como Fred Astaire."
Rodrigo Fresán: "Leer es una de las pocas formas de la soledad aceptada por un mundo que tiene sospechas de las actividades singulares."
Nélida Piñón: "Leer también despierta la libido, desencadena la furia de la carne y enseña la poética del amor."
Fernando Fernán Gómez: "No es verdad que los burros puedan aprender a leer".
Ana María Matute: "La lectura es la única máquina que verdaderamente funciona para viajar por el tiempo."
Anna Sallés (la viuda de Vázquez Montalbán): "Leer es vivir, pero también olvidar la vida."

Mis razones estarían entre la de Rodrigo Fresán y la de Lobo Antunes, aunque en este segundo caso sería algo así como: leo aunque preferiría bailar. ¿Y las tuyas?




lunes, octubre 17, 2005




Cuando es el hombre el que toma la iniciativa para divorciarse de su pareja, en muchos casos ya ha iniciado una nueva relación.
Cuando son las mujeres las que dan el primer paso, sólo en un porcentaje mínimo tienen a otra persona esperándolas.
¿Por qué será?




viernes, octubre 14, 2005




Cuentan que José Ortega y Gasset fue a presenciar una corrida de toros de El Gallo y que, al acabar el festejo, se acercó al maestro para que un amigo común les presentara. El torero quiso saber a qué se dedicaba ese hombre tan fino que decía sentir admiración por él y, cuando el joven Ortega le respondíó que a la filosofía, El Gallo se le quedó mirando muy serio y exclamó una frase legendaria: "Hay gente pa to".
Me pregunto qué hubiera dicho hoy al enterarse de que hay quien estudia la actividad de las células cerebrales de las langostas mientras ven fragmentos de La Guerra de las Galaxias o los aromas que desprenden 131 especies de ranas cuando se estresan. Y si no me creéis pinchad aquí y poneos al tanto de la entrega de los galardones del Ig Nobel en la Universidad de Harvard.




miércoles, octubre 12, 2005




Como ya he contado en alguna ocasión, a mí eso de las medianías como que no me van. Lo mío, sea malo o bueno, siempre tiene que ser a lo grande. Y en esas estoy: con una sinusitis de caballo. Y con todas las de la ley: baja médica, sofá, mantita, termómetro a la vista y pidiendo cosas a diestro y siniestro, que eso siempre se me ha dado muy bien. Aunque tengo que confesaros que este tipo de afecciones respiratorias ya no son lo mismo desde que aparecieron los sudokus. Estás medio atontada, no tienes ganas de leer, ni de sentarte frente al ordenador, pero te pones con tu librito y se te pasan las horas volando (ya voy por el tercero).
De todas formas lo que me ha hecho levantarme del sofá y venir como loca a contároslo (a veces, también lo de la inmediatez rige en este blog) ha sido la noticia que publica El País sobre la esperanza de vida en la capital de España. Parece ser que un estudio concluye que en el distrito Centro (donde residía hasta hace ocho años) las mujeres viven tres años menos que en el de Ciudad Lineal (que es donde vivo ahora). O sea, que con un cambio de casa de nada he ganado 3,4 años de vida. Lo malo es que aún no tengo planes para ese tiempo de descuento que me acabo de encontrar.




domingo, octubre 09, 2005




En 1967 la revista Forbes estudió el comportamiento de dos carteras de valores distintas: una la compusieron un grupo de gurus empresariales y la otra la decidía un mono a quien se le entregaba un dardo que debía lanzar sobre un panel donde figuraban los nombres de los valores. Después de hacer este experimento varias veces se demostró que a largo plazo no había diferencias entre las ganancias o pérdidas de una y otra cartera. Dicho de otra forma: los analistas bursátiles tenían tan poca idea como el mono de cómo se iba a mover el mercado a futuro.
Me ha venido a la memoria este hecho al saber que se ha subastado un lote de cuadros pintados por un chimpancé en los años cincuenta por el módico precio de 21.000 euros. Ya sé que no es un chimpancé cualquiera, pues su mentor fue Desmond Morris, el autor de El mono desnudo, y era conocido en los ambientes artísticos como el Cézanne del mundo animal, pero en cualquier caso me parece excesivo. Aunque, claro, quizás habría que ver los resultados que obtuvo.




viernes, octubre 07, 2005




Cuando la conocí no había cumplido aún los veinte años. Era una chica morena y pizpireta. Marian tenía un acento canario delicioso y acababa de llegar a Madrid donde compartía piso con su novio y otros dos estudiantes. Coincidíamos dos veces por semana en el taller de expresión corporal al que ambas acudíamos en un sótano cerca de la plaza de Santa Ana, pero dado que ella se había incorporado ese año, y estábamos a principios de noviembre, aún no habíamos tenido oportunidad de tratarnos apenas. Todo el grupo salíamos a tomar cañas después de las sesiones y uno de esos días me dijo que necesitaba hablar conmigo. Sabía que yo trabajaba en un banco y quería preguntarme si tendría posibilidades de que le concedieran un crédito de cuarenta mil pesetas, sólo por unos meses, hasta que cobrara la beca en el mes de febrero. Le expliqué que las entidades financieras no suelen trabajar con esos importes, ni prestar a estudiantes sin aval, y que lo mejor que podía hacer era pedírselo a su familia. Se mordió los labios y casi con un hilo de voz me dijo que no podía hacerlo, que no podía recurrir a ellos porque entonces tendría que confesarles para qué necesitaba ese dinero. No quiero decirles que estoy embarazada, concluyó. Me imaginé en una situación así y, sin pensármelo dos veces, me ofrecí a prestarle ese dinero. A la mañana siguiente se pasó por la sucursal donde trabajaba, salimos a tomar un café y se fue tan contenta.
No volvimos a hablar del asunto hasta el mes de marzo en que ella me dijo que se le estaba retrasando el cobro de la beca. La tranquilicé diciéndole que no se preocupara. A mediados de mayo me comentó que esperaba que no pensara que no iba a devolverme ese dinero, me sorprendió ese comentario y me disgustó el tono en el que lo dijo. En junio no acudió al taller, supuse que debido a los exámenes, y como en el piso no contestaban al teléfono a primeros de julio imaginé que se habría marchado a Canarias a pasar las vacaciones.
A la vuelta del verano no se incorporó a las clases de expresión corporal, así que la llamé y uno de los estudiantes me dijo que Marian ya no volvería a Madrid, que se había matriculado en una universidad de las islas. Con mucho tacto le pedí que me diera un teléfono para localizarla y, como le vi dubitativo, le expliqué que tenía una deuda con ella que quería saldar.
Me cogió su madre el teléfono, una señora muy educada y que al no estar su hija en ese momento insistió en conocer el motivo de mi llamada, sólo le dije que era una amiga de Madrid y le pedí que no se olvidara de dar el recado a su hija. A la media hora Marian me devolvió la llamada, la noté nerviosa y alterada, y, casi sin preámbulos, me pidió el número de mi cuenta para hacerme la transferencia. Se sintió pillada y temió que hiciera a sus padres partícipes de sus avatares en la Capital.
La transferencia la recibí al día siguiente y nunca volví a prestar dinero a nadie a quien no me importara regalárselo si lo necesitaba.




miércoles, octubre 05, 2005




Durante años crecí oyendo un dicho que siempre me dejó perpleja. Decían en mi pueblo que las mujeres primero se casan con el marido, luego con los hijos y, finalmente, cuando éstos se van de casa, vuelven a casarse con su pareja.
A mí lo de tanto casamiento me resultaba inquietante y me preguntaba qué hacían los hombres durante esa larga etapa de su vida en el que su estado civil era tan incierto: ni casados, ni solteros, ni viudos. Ahora me lo pregunto menos.




lunes, octubre 03, 2005




Aunque reconozco que me sacan de quicio los que me tildan de mentirosa o los que afirman que soy un personaje de ficción, hay unos sin embargo que siempre consiguen arrancarme una sonrisa: los que dicen que detrás de Bo Peep hay un chico. Y es que en cierta medida no van tan descaminados. Hay bastantes comportamientos de los llamados "femeninos" que siempre me han irritado y quizás eso se acabe notando. Tampoco me voy a extender mucho pero ahí quedan algunas de las cosas de mujeres que llevo mal:

-Que se demoren en sacar la cartera.
-Que no quieran perder el control de la casa y luego se quejen por la falta de ayuda.
-Que sean tan críticas con el aspecto físico de las de su especie.
-Que estén echando continuamente balones fuera.
-Que no quieran asumir más responsabilidades laborales y luego se lamenten de no prosperar en el trabajo.
-Que digan que el día de su boda ha sido el más feliz de su vida.
-Que vayan al baño acompañadas.
-Que se hagan las tontas a la hora de cambiar una rueda pinchada.
-Que hablen por teléfono con su madre a diario.
-Que se crean indispensables.
-Que nunca tengan nada que ponerse.
-Que sean compradoras compulsivas.