miércoles, octubre 05, 2005




Durante años crecí oyendo un dicho que siempre me dejó perpleja. Decían en mi pueblo que las mujeres primero se casan con el marido, luego con los hijos y, finalmente, cuando éstos se van de casa, vuelven a casarse con su pareja.
A mí lo de tanto casamiento me resultaba inquietante y me preguntaba qué hacían los hombres durante esa larga etapa de su vida en el que su estado civil era tan incierto: ni casados, ni solteros, ni viudos. Ahora me lo pregunto menos.