Como ya he contado en alguna ocasión, a mí eso de las medianías como que no me van. Lo mío, sea malo o bueno, siempre tiene que ser a lo grande. Y en esas estoy: con una sinusitis de caballo. Y con todas las de la ley: baja médica, sofá, mantita, termómetro a la vista y pidiendo cosas a diestro y siniestro, que eso siempre se me ha dado muy bien. Aunque tengo que confesaros que este tipo de afecciones respiratorias ya no son lo mismo desde que aparecieron los sudokus. Estás medio atontada, no tienes ganas de leer, ni de sentarte frente al ordenador, pero te pones con tu librito y se te pasan las horas volando (ya voy por el tercero).
De todas formas lo que me ha hecho levantarme del sofá y venir como loca a contároslo (a veces, también lo de la inmediatez rige en este blog) ha sido la noticia que publica El País sobre la esperanza de vida en la capital de España. Parece ser que un estudio concluye que en el distrito Centro (donde residía hasta hace ocho años) las mujeres viven tres años menos que en el de Ciudad Lineal (que es donde vivo ahora). O sea, que con un cambio de casa de nada he ganado 3,4 años de vida. Lo malo es que aún no tengo planes para ese tiempo de descuento que me acabo de encontrar.