martes, septiembre 09, 2008




Hay una anécdota muy conocida y divertida de Luis Miguel Dominguín. Según cuentan, tras su primera noche de amor con Ava Gardner, el torero saltó por la mañana de la cama y se dispuso a salir a la calle. Cuando la actriz le preguntó que adonde iba, él le contestó: "¿Adónde voy a ir? ¡A contarlo!".
Y algo similar, pero a la inversa, me pasó a mí en mi viaje a Oporto el verano pasado. Cuando cruzaba el puente de Eiffel, cuando tomaba café en el Majestic, cuando subía las escaleras rojas de la librería Lello e Irmao (la librería más bella del mundo), cuando tomaba un tawny en la terracita del Museo Romántico o cuando saboreaba el olor de las barricas de roble en las bodegas de Vila Nova... me decía: qué pena no tener el blog abierto para contarlo.