Cuando nació mi hijo y contratamos a una persona para que lo cuidara, y nos cuidara de paso, hubo dos cosas que le llamaron mucho la atención. Lo primero, que no hubiera en toda la cosa una foto del día de nuestra boda y lo segundo que yo no cocinara. A mí ambas cosas me parecían de lo más normal. Como siempre se nos olvida la cámara de fotos es comprensible que también ese día saliéramos sin ella y en cuanto a lo de la cocina, a unos les gusta y a otros no, y yo soy de los segundos.
Sin embargo, desde que vi el cortometraje que ha ganado el premio del jurado en la segunda edición Fotogramas en corto, estoy empezando a lamentar esta falta de habilidades culinarias que quizás en un futuro me podrían sacar de más de un apuro.