miércoles, febrero 15, 2006




Lo primero que hice cuando me subieron del quirófano después del accidente de coche fue ir al baño. Entré con los ojos cerrados y a tientas me hice con la toalla que como suponía estaba colgada al lado del lavabo. Palpé la pared en busca del espejo y cuando lo tuve a tiro coloqué la toalla sobre él a modo de cortinilla y sólo entonces abrí los ojos. Había tenido suficientes emociones fuertes ese día como para querer soportar la vista de una cara recorrida por ciento cuatro puntos de sutura y con un aspecto que nada tenía que envidiar a la de Rocky en sus peores momentos.
Y he recordado este incidente porque ayer Mr. Peep me hablaba de que nunca había reconocido su voz grabada como propia. Eso nunca le había preocupado, me dijo, lo malo es que últimamente empezaba a no reconocerse en las fotos y eso sí le resultaba inquietante. A punto estuve de decirle que cuando no se reconociera en los espejos yo tenía un truco fantástico para hacerlos desaparecer pero, en vez de eso, lo miré y le dije entre carcajadas: "Pues yo te veo estupendo".