viernes, febrero 17, 2006




Hace un par de años compartí trabajo y amistad con una chica veinteañera con la que a pesar de tener poco en común pasé buenos ratos e hice muchas risas. Clara siempre se quejaba de los cuatro o cinco kilos que según ella le sobraban y envidiaba mi buen tipo. Yo le insistía diciéndole que ella era la que tenía una figura estupenda, que yo simplemente estaba delgada, pero no me hacía mucho caso. Un día, sin embargo, su novio consiguió hacerle cambiar de opinión: le dijo que desnuda estaba perfecta, que no le sobraba ni le faltaba nada, que la ropa no le hacía justicia.
Y esta semana he recordado ese incidente al ver a Scarlett Johansson ganarle por goleada a Keira Knightley en la portada fantástica, y manetiana, de Vanity Fair.