jueves, febrero 23, 2006




De los grandes acontecimientos a veces lo que más me llama la atención son cuestiones marginales que suele contar la prensa de pasada. Por ejemplo, cuando el 11-S, me sorprendió lo que aludía a la ocupación diaria de las dos torres. Decían que a partir de las cinco de la tarde sus ocupantes empezaban a abandonarla y que a las seis en punto se cerraban a cal y canto. O sea, que a partir de esa hora todos los que trabajaban en esas torres debían estar en la calle. Fantástico.
Y ahora con el asunto de la gripe aviar acabo de descubrir a los cuervos de la Torre de Londres y su leyenda. Tantos años oyendo eso de cría cuervos y te sacarán los ojos, que en tal mal lugar deja a esos pobres animales, y ahora me entero de que de seis ejemplares de esa raza depende no sólo la estabilidad de la famosa torre, sino la de la mismísima Corona inglesa.