miércoles, enero 11, 2006




Hay dos cuestiones que por no haberlas experimentado me cuesta mucho compartir. Una es el asunto de los nacionalismos. Si es verdad eso que dicen de que los nacionalismos se curan viajando debí recuperar la salud la primera vez que con ocho o nueve años tomé un autobús a Talavera porque nunca he sentido ni la más mínima molestia.
La otra son los corporativismos. Eso aún me resulta más difícil de entender. He sido estudiante, camarera de pisos, de comedor, cuidadora de niños, administrativa, empleada de banca, consultora, formadora o economista; y, hasta ahora, nunca me he sentido aludida cuando alguien ha criticado a alguna persona de mi mismo oficio. Por eso no deja de asombrarme que haya quién defienda a los de su profesión a capa y espada, pretendiendo que creamos que todos los taxistas, o los médicos, o los conductores de autobuses son de la misma especie. Me pregunto de qué se defienden.