domingo, noviembre 20, 2005




Marina Abramovic aceptó estar de pie en una galería durante seis horas y que todo aquel que entrara en ella pudiera elegir cualquiera de los 72 objetos que la rodeaban -entre ellos cuchillos, tijeras, una aguja y un arma cargada- y utilizarlo con ella de la forma que quisiera. Fue la única obra en la que básicamente cedió al público el control sobre su cuerpo y sobre el dolor que podía sufrir.
Al principio, los participantes se iban implicando poco a poco, pero después de un rato rasgaron la ropa de la artista y le hicieron marcas, quemaduras y cortes en el cuerpo. Al final, un hombre agarró el arma e hizo que Abramovic la apuntara a su propia cabeza, tratando de obligarla a apretar el gatillo. Ella no se resistió, pero, al intervenir otros espectadores, se produjo una pelea. "Fue la única perfomance en la que estaba dispuesta a morir", afirma. Al explicar por qué, Abramovic cita al artista Bruce Nauman: "El arte es una cuestión de vida o muerte. Puede que sea melodramático, pero es así.

Esta obra llamada Rhythm 0 se representó en Nápoles en 1974 y su autora, que el año que viene cumplirá 60 años, va a presentarla de nuevo en la rotonda del Guggenheim de Nueva York. Me resulta tremendamente curioso. E inquietante. ¿Y a vosotros?