lunes, noviembre 14, 2005




Las cosas que se recuerdan son, en ocasiones, las más peregrinas, las más anecdóticas. De mi viaje a Nueva York y de mi visita al MoMa debería recordar lo que sentí cuando me puse delante de El baile de Matisse o del archiconocido Las señoritas de Avignon. Pero no. El que más me llamó la atención fue un cuadro de pequeño formato con el fondo en blanco y saliéndose por un extremo una enorme G de color rojo. No recuerdo quien era su autor pero sí recuerdo que pensé que era idéntico al último logo que tuvo Galerías Preciados antes de desaparecer.
Si ahora visitara en el MoMa esos llamados diseños para la era del miedo no sé cuál sería la imagen que me traería para recordar dentro de diez años. Quizás la de estos fantásticos treetents que seguro harían las delicias de El barón rampante o, por qué no, la de estos trajes para la subversión con cámara de vídeo incluida. Aunque nunca se sabe.