jueves, noviembre 17, 2005




La semana pasada mientras esperaba a que comenzara el concurso ¿Quieres ser millonario?, que a menudo veo con mi hijo, pillé el final de un programa de esos donde va la gente a contar sus miserias, espoleados por presentadores impresentables que sólo quieren carnaza. Aunque pensé cambiar de inmediato me quedé enganchada con el tema que trataban: defendían que para el amor no hay barreras que no puedan saltarse: ni de edad, raza, estatus...
Para ilustrarlo entrevistaron a una pareja formada por un señor blanco de mediana edad y una joven mulata. El hombre insistía en que esa diferencia de color no había supuesto ninguna traba para su relación, que el amor era ciego decía, y yo me preguntaba mirando a esa chica preciosa de piel dorada si hubiera sido tan ciego de tratarse de esa misma mujer con treinta años más.