martes, septiembre 13, 2005




Cuando aterricé el pasado año en este mundo de locos lo que más me sorprendió fue el desprecio que los blogueros, llamémosles técnicos, sentían por los blogs personales. Y a la vez como estos últimos habían asumido como propias pautas que servían para esos blogs pioneros pero que no necesariamente debían regir otros de contenidos más íntimos.
Una de esas reglas a cumplir es el tiempo. No puedo entender el interés de muchos de los que escriben aquí por publicar justo lo que acaban de parir, como si la obsolescencia afectara de la misma forma a un comentario técnico o a los recuerdos que se traen a la memoria. Entiendo el valor de la inmediatez para comentar una novedad informática o una noticia de actualidad, pero no creo que las cosas que normalmente se cuentan en un blog como este, por ejemplo, se vean afectadas por esa variable.
Otra de las herencias que han debido sobrellevar los blogs personales es el tan traído y llevado asunto de la censura. Los comentarios son sagrados y no deben borrarse bajo ningún concepto, ni poner filtros antes de su publicación, parecía ser el lema. Esto que en esos primeros blogs era algo comprensible porque de lo que se estaba hablando era de si Linux sí o Linux no, es bastante más discutible cuando alguien está hablando de sentimientos o emociones que sólo él conoce. ¿O no?