jueves, agosto 04, 2005




Muchas veces me han preguntado si lo que cuento en el blog es cierto o es pura ficción. Como casi todos sabéis en este blog se inventa poco, desgraciadamente, porque os confieso que nada me gustaría más que tener la capacidad para fabular historias como las que a veces cuento. Pero como es agosto y estamos casi en petit comité os propongo un juego y a ver cómo nos sale. El post que viene a continuación podría ser, por una vez y sin que sirva de precedente, verdadero o falso. ¿Ocurrió o no lo que en él se cuenta? Leed con atención y emitid un veredicto.

Una tarde viendo mi programa favorito de la tele, Cifras y Letras, y después de soportar a un concursante impresentable que utilizaba una especie de palo con una manecilla en el extremo para ayudarse a hacer los cálculos, tomé una determinación: mandaría un correo e iría a concursar al programa. Nunca pensé tener que arrimar el hombro pero estas cosas cuando hay que hacerlas se hacen y no se le dan más vueltas.
Pocas semanas después me llamaron para hacer una prueba y, una vez superada, me citaron en los estudios que la productora tiene en la Ciudad de la Imagen. Se empeñaron en maquillarme a pesar de que yo apenas lo hago. Les dejé hacer y cuando acabaron me dijeron que viera como me habían quedado los ojos de bonitos. No se lo dije por no parecer presuntuosa y no restarles mérito a su trabajo pero mis ojos es lo mejor que tengo, maquillados o sin maquillar. Así que les reté a que consiguieran idénticos resultados con mi pelo (una media melena de color rubio oscuro y de cabellos finos y sin cuerpo) y claro los resultados no fueron los mismos.
El presentador resultó un tipo más interesante que en la tele y, entre otros cotilleos, me contó que el tipo de la manecilla era el mánager de un fulano de la banda de Tamara (la Mala) que se pasó todo el programa intentando citar a su representado sin conseguirlo.
Mi primer contendiente fue un chico que llevaba siete programas seguidos y al que se veía muy suelto. Como suelo crecerme ante los retos, y además me gusta ganar hasta jugando con mi hijo al Uno, me empleé a fondo y a falta de tres pruebas ya tenía asegurada la victoria. Con el segundo no fue lo mismo. La nueva concursante era bastante más floja, y aunque fuimos muy igualadas durante todo el programa, en la última prueba me ganó. Pero, bueno, me volví a casa con seiscientos euros, el juego de Cifras y Letras, once tomos de la Enciclopedia Larousse y otra en formato digital. Y dos meses después en mi pueblo hubo un gran revuelo cuando unos a otros se avisaron de que pusieran Telemadrid porque salía la muchacha de Paco en la tele. Siempre pensé que para los de mi pueblo sería eternamente la chica de Paco (mi hermana mayor es la grande), pero me equivoqué. Desde ese día, para referirse a mí, simplemente dicen la de Paco, la que salió en la tele.