viernes, julio 08, 2005




Mi último viaje a Londres lo hice en calidad de cónyuge cariñosa. Días antes había visto la película Lost in traslation y desde que salí del cine empecé a fantasear con que algo así me ocurriera en mi estancia londinense. Iba a pasar muchas horas sola y empecé a albergar la esperanza de un encuentro fortuito. La primera mañana la dediqué sólo a pasear, a deambular por calles y parques, sin rumbo aparente y dispuesta a detenerme en cuanto Bill Murray apareciera detrás de una esquina. La segunda lo busqué en las salas desiertas del Victoria & Albert, en los bancos de St Martin in the Fields mientras una chica rubia de pelo largo tocaba el chelo, en los mostradores de Fortnum & Mason entre olor a chocolates e, incluso, tomando café en un catamarán anclado sobre el Támesis. Ni rastro de él. Al tercer día descubrí los patos de St James Park y me olvidé de Scarlett Johanson. Esos son patos y no los del Retiro.

Este fue uno de mis primeros post, aunque lo publiqué sin enlaces porque aún no sabía hacer esas cosas. Lo recupero como pequeño homenaje a todos los que en esa ciudad esta noche no podrán dormir y a esos patos que quizá aún continúen con el miedo en el cuerpo.