viernes, julio 22, 2005




Lástima que mi querida vireta esté de vacaciones y no pueda venir a decirme, una vez más, que no se esperaba verme en un sitio como ese. Y es que en esta ocasión sí la entendería, porque a mí también me sorprende encontrarme en un evento de este tipo. Pero es que a mi hijo le hacía ilusión ver a los pilotos volando por los aires y allá nos fuimos a disfrutar de espectáculo.
Los chicos cumplieron e hicieron maravillas con sus máquinas y con sus cuerpos, y demostraron que el lema del patrocinador, Red Bull, es absolutamente cierto. Vamos, que no sé si te da alas pero volar vuelas. Eso sí el envoltorio fue deplorable. Una, que se ha educado estéticamente con La Fura dels Baus, esperaba que la plaza de toros fuera un espectáculo de luz y sonido, imaginaba que las motos saldrían de toriles arropadas por los Dire Straits, por ejemplo... Pues nada de eso, empezamos con la banda de la plaza tocando pasadobles y terminamos con Manolo Escobar (y yo que pensaba que ese buen hombre no había sobrevivido al vinilo) cantando el porompompón. Eso sí, el público (pelín macarra, todo hay que decirlo) empezó a corearlo con ganas. Bendito país.