jueves, mayo 19, 2005




Uno de los adjetivos que más he oído aplicados a mi persona es el de simpática. Curiosamente ha sido en el trabajo donde más me lo han llamado y siempre me ha encantado oír que alguien me definía de este modo. Bueno, me ha encantado hasta hoy. Acabo de enterarme de que las chicas simpáticas están peor retribuidas que las antipáticas (sólo las chicas, a los chicos esta variable no les afecta). Empar Pons, una estudiosa del asunto, acaba de llegar a esa conclusión.
¡Y yo que pensaba que sonreír era gratis! Pues no, parece que me ha costado mis buenos dineros derrochar simpatía a diestro y siniestro. Pero no me importa, porque ¿y lo que he disfrutado, qué?