martes, mayo 17, 2005




Nunca he mirado los culos a los tíos. Jamás. Quiero decir que no los he mirado con lascivia. A los hombres siempre he preferido tenerlos de frente y mirarlos a los ojos a ver si se veían atisbos de vida (inteligente). Una vez constatada su existencia, reconozco que he agradecido, y distrutado, que fueran poseedores de otros atributos digamos menos etéreos. Pero eso siempre ha sido algo que he considerado en segunda instancia.
Por eso no salgo de mi asombro, ya que en los últimos tiempos me estoy haciendo una verdadera especialista en este tipo de volúmenes. Se me van los ojos tras de ellos sin poder, ni querer, evitarlo. Los miro, los evalúo y les pongo nota. Aprecio esos culos que no se ocultan, que van vestidos para ser mirados, que tienen vida propia... Pero lo que más me sorprende de todo es que esos culos que disfruto mirando son siempre femeninos.