jueves, mayo 05, 2005




Hasta hace no tantos años, en mi pueblo había una tradición muy cruel. Lo llamaban las cencerradas y consistía en que la gente se echaba a la calle al anochecer haciendo ruido con cualquier instrumento que se pusiera a mano. Recorrían todo el pueblo en medio de una algarabía atronadora para hacer saber a todos los vecinos que un viudo (o viuda) osaba casarse de nuevo. Los destinatarios de estos bochornosos espectáculos no sólo debieron soportar en su día la pérdida de su pareja, sino que por el hecho de rehacer sus vidas tenían que aguantar el ser objeto de burla de sus vecinos. Mi madre nos contaba que la gente salía a la puerta y preguntaba: "¿Por quién va?" y los que iban en cabeza daban razón del vecino al que iba dirigida esa cencerrada.
Esas costumbres murieron, pero ahora tenemos nuestras propias cencerradas, más sibilinas, quizá, pero igual de hirientes. Y lo digo porque el ex canciller alemán Helmut Kohl ha pedido COMPRENSION por mantener de nuevo una relación de pareja, después de quedarse viudo hace cuatro años. Me pregunto si lo pide por su condición de viudo o porque la chica es más joven que él, sea por la razón que sea me parece demencial que alguien tenga que pedir clemencia para organizar su vida privada como mejor le convenga.