domingo, mayo 29, 2005




Damos la bienvenida a Mr. Peep que, como ya anunció el pasado lunes, estrena consultorio erótico-sentimental.

Los lunes con Mr. Peep

De entre todos los correos recibidos este ha sido el seleccionado esta semana:

Estimado Mr. Peep:
El Abuelo Cascarrabias y yo tenemos la costumbre de fotografiar ciertos momentos íntimos de nuestra vida sexual con el fin de terminarlas publicando en nuestro blog, sin nunca llegar a hacerlo por miedo a represalias de nuestros lectores. A ello se une que habitualmente detallamos a amigos y conocidos todas nuestras experiencias sexuales con la mayor naturalidad, sin más afán que el de comentar ciertos momentos de nuestras vidas, graciosos y que creemos comunes al resto de los mortales. Sin embargo, la gente nos tacha de atrevidos, e incluso obscenos. ¿Estamos enfermos? ¿No es acaso algo natural? ¿Es inmoral? ¿Qué hay de malo en hablar de algo que es exclusivamente nuestro?

Espero su respuesta. Atentamente,
Ultrasónica Izquierdo


Estimada Mega Rápida:
He necesitado documentarme a fondo para dar una respuesta suficientemente razonada a tu consulta. He releído todo lo que tiene que ver con el tema, de forma directa o indirecta, desde el código de Hammurabi hasta la última obra de Shere Hite; he contrastado por mail mis conclusiones con expertos de Penthouse amigos míos; he telefoneado a Clinton (no estaba); me he fotografiado a mí mismo en poses obscenas (y le he pedido a Bo que colabore, pero me ha dicho que luego, que estaba viendo Aquí no hay quien viva) para tener más elementos de juicio. En fin, que me lo he currado. Aclaro que todo esto no obedece a mi espíritu altruista, en absoluto, es que estoy buscando una salida laboral, y me ha parecido que por aquí hay tajo.

Versión Lite (Free)
La conclusión es NO. No estáis enfermos; no es inmoral; no hay nada de malo en hablar de lo vuestro y enseñar lo vuestro. Pero en esto ya están de acuerdo hasta Las Supremas de Móstoles. Este consenso en situaciones que antes eran transgresoras forma parte de la banalización contemporánea del sexo. Que ha devenido en sexo de Todo a Cien. Hay sexo a raudales en todos sitios; no hay prohibiciones; todos parecen disfrutar de una excelente vida sexual, algunos hacen gala de ello. Hoy, lo vergonzante es no tener una vida sexual muy animada. Eso es lo que reflejan las encuestas sobre comportamiento sexual que se publican más o menos regularmente. Y sin embargo, creo que todos mienten. O mienten un poco. (Para más detalles, véase la Upgrade Version de esta respuesta, eso sí: de pago).
Hablar, mostrar, mostrarse. Cuánto han hecho las cámaras digitales por la salud sexual. No creo que debáis buscar que os "comprendan": la normalización de las fantasías les hace perder gas, las descafeína. El secreto, las potencia. Creo que debéis buscar cómplices.


Upgrade Version (107 euros + IVA)
-Diagnóstico personalizado.
-Atención 24 horas.
-100% amoral.
-Más frases graciosas.
-Y muchos otros extras.

Bonus
Sólo para tus ojos, de Alexander Fleming, es una obra poco conocida de la literatura victoriana. Esta época de la historia de Gran Bretaña, que se caracteriza por un fuerte conservadurismo, produjo, sin embargo, algunas de las joyas más brillantes de la literatura erótica. He seleccionado unos parrafitos que creo que vienen muy a cuento. Como vemos, una pareja hace el amor mientras es observada por un enigmático personaje. Apreciamos en estas líneas un fuerte contenido erótico que no procede de los actos en sí de los amantes, de su descripción, sino de la conciencia de que representan una ceremonia para quien los observa. El sexo abandona el plano de lo físico y se traslada al plano de lo teatral y de lo simbólico, y en consecuencia se convierte en un factor moralmente disolvente y potencialmente subversivo. Esta obra, de cuya primera edición sólo se imprimieron 500 ejemplares, estuvo prohibida durante muchos años. Alcanzó reconocimiento entre los aficionados al género en 1933, cuando fue reeditada por John Dee en una colección de literatura erótica, The Sight. No conozco traducción española.

Ambos están sentados en el suelo, sobre la alfombra; sus rodillas se rozan; apenas se adivinan sus siluetas en la penumbra. Ella entona una canción de amor italiana. El alarga las manos y rodea su garganta. Permanece así, oyéndola susurrar y sintiendo la vibración de sus cuerdas vocales en la yema de los dedos.
(...)
?Descálzame?, dice ella. Él se arrodilla, toma su pie, lo desnuda y lo acaricia. Se inclina, obediente, recorre la planta con la lengua y toma los dedos entre sus labios, uno a uno, saboreándolos. Ella entorna los ojos y se deja caer hacia atrás.
(...)
Las medias, para maniatar; el sujetador, para amordazar.
(...)
Se miran fijamente a los ojos, sin parpadear. El contorno del rostro se difumina, el fondo de la habitación se hace confuso. Las pupilas de ella se dilatan un instante, entreabre la boca y cuando él la penetra exhala un imperceptible suspiro al expulsar el aire retenido en sus pulmones.
(...)
Los amantes abrazados, sudorosos, exhaustos, vuelven la mirada hacia él. El hombre del sombrero, en la penumbra, sopla la vela y se hace la oscuridad. Shsssss.


Espero vuestras consultas en la dirección de correo sss_sss_@msn.com.