martes, abril 19, 2005




Me llama Sofía, una ex-compañera de trabajo y amiga, y se lamenta. Viene a decirme algo así como que a veces su marido se acerca a ella con un gesto tierno. Ella cree que le está pidiendo que le abra su corazón, pero en lo que él suele estar pensando es en que le abra sus piernas.
Se pregunta, y me pregunta, si todos los hombres funcionan igual. No tengo respuesta. Pero, eso sí, me ofrezco a invitarla a comer un día de éstos.