Para dwalks, que me tiró de la lengua
Uno de mis primeros novios me comentó, nada más conocernos, que para él el sexo tenía que estar dentro de unos límites. Respiré tranquila porque aún recordaba unas imágenes que vi con quince años y que me dejaron tiritando.
Como soy de natural bastante cotilla cuando trabajaba de camarera de habitaciones en un hotel de la costa tenía por costumbre fisgar entre las pertenencias de los clientes. Una mañana en el cajón de una mesita de noche encontré una revista porno. Sólo puedo decir que me pareció cualquier cosa menos excitante. Nunca hasta ese momento había visto una polla contenta y su contemplación me resultó tremendamente turbadora. Me asustó su brillo y sobre todo su tamaño y me dio cierta grima verla cogida por la mano de una chica que casi no podía abarcarla. Seguí pasando las páginas y la cerré de golpe cuando encontré una foto que ocupaba toda la página y en la que la chica se la había metido en la boca. Me pareció ciencia ficción y deseé no tener que verme nunca en una situación parecida.
Salí con ese chico sólo unos meses, pero unas semanas más tarde ya habíamos pasado esos límites con nota. Rompimos de forma intempestiva (bueno, lo hizo él, como ya os conté) y nunca pude preguntarle dónde cojones tenía puestos esos límites.
Depende del día que tenga unas veces me da por pensar que me libré de una buena y otras, sin embargo, me lamento por lo que me perdí.