No he hecho nada extraordinario:
- He dado largos y solitarios paseos por la orilla del mar, uno de mis grandes placeres.
- He jugado con mis chicos al scrabble (y les he ganado).
- He jugado con mi hijo al ping-pong (y me ha ganado él).
- He desayunado todas las porras que me pedía el cuerpo, o sea más de media docena.
- He leído el libro que me tenía reservado: El festín del amor de Charles Baxter, una novela fascinante.
- He aprovechado hasta el último rayo de sol, mi prozac particular.
- He estado a punto de llorar en el viaje de vuelta al escuchar en la radio las Lágrimas Negras de Bebo y Cigala.
- He mirado a mis chicos, cuando estaban desprevenidos, y me he dicho lo que siempre me repito en esos casos: que soy una afortunada por tener el privilegio de disfrutarlos a diario.
- Y también, y por qué no decirlo, he pensado en mi blog, y en vosotros. Y os he echado de menos. Mucho.