Nunca lo he podido evitar. Allá donde vaya, ya sea un hotel, la Jefatura Provincial de Tráfico, una peluquería o una tienda de chuches, si me dejaran les organizaba la vida. Siempre se me ocurre alguna cosa para mejorar el servicio, aprovechar mejor el espacio o exponer sus productos de forma más vistosa.
Así que entendereis lo mal que lo paso en este mundo blogueril donde todo está manga por hombro y no hay procedimientos para casi nada. Esto parece la ley de la selva y nos encontramos, por ejemplo, con que a nadie se le ha ocurrido nunca pensar en los sufridos comentaristas. Eso que, no olvidemos, "todos somos comentaristas". En este mundo cibernético el que comenta es un marginado y si no decidme: ¿existe un borjamari para comentaristas?, ¿o un Top500 para los comentaristas que más aportan?, ¿se ocupa el Ciberpaís de ellos? Nada de nada, este colectivo siempre ha sido ninguneado y nadie que yo sepa se ha preocupado por él.
Se me ocurren varias iniciativas pero, para empezar, propongo que se instituya el Día Mundial del Comentarista de Blogs (y no creo que sea tan descabellado cuando algunos están reclamando el Día Mundial del Excusado). En esa jornada anual, los blogueros deberían callarse y ceder el protagonismo a esas personas que gracias a sus desinteresadas aportaciones mantienen vivo este género: nos emocionan con sólo unas líneas, nos ilustran con sus reflexiones, nos dejan con la boca abierta por su agudeza y hasta, en más de una ocasión, consiguen que los posts sean una simpleza al lado de sus brillantes elucubraciones. Estoy segura de que tienen ideas originales que contarnos y pueden asumir otro papel que no sea el de seguir el juego al bloguero de turno.