miércoles, enero 05, 2005




Cuentan que cuando Enrique Tierno Galván daba clases en la Universidad Autónoma de Madrid se despidió una tarde de sus alumnos de la siguiente forma:

"Mañana les voy a hablar a ustedes de la Revolución Francesa, ¿cómo prefieren que lo haga a favor o en contra?".

Y me ha venido a la memoria esa frase porque ayer me ocurrió algo parecido a lo que manifestaba el viejo profesor. Cuando me senté frente al ordenador me apetecía hablar de la evanescencia de los blogs, de la belleza que entraña el que se desvanezcan sin dejar apenas rastro, de la falta de certeza de que perduren, de que me encanta que sea así, de que me asombra el que blogs que hoy nos fascinan mañana nos acaben cansando, de la ilusión de amistad que crean y de las amistades a veces ilusas que propician, de las fantasías que despiertan, de lo que proyectamos en quienes se esconden detrás, de lo que nos hacen soñar, de las amenazas de abandono de algunos como si de un juego amoroso se tratara, de las súplicas de otros para que vuelvan aunque todos sepamos que somos prescindibles, de los regresos a los pocos días de unos cuantos o de los adioses definitivos del resto.
Y al final terminé escribiendo de todo lo contrario.