Voy a pasar unos días en las Alpujarras granadinas. Quiero comprobar si, como dicen, en esos pueblos blancos aún perdura el refinado sentido de lo cotidiano de los que lo habitaron hace siglos. Me apetece enormemente este viaje aunque os confieso que tengo cierta prevención porque he leído que por los pueblos del barranco de Poqueira vaga una princesa encantada a la que todos los hombres temen. Acostumbra a esperarlos al atardecer para dirigirse a ellos y si algún incauto responde al saludo, el encantamiento empieza a causar efecto y a partir de ese momento se apodera de su mente e invade sus sueños.
Aunque ya le he puesto sobre aviso a mi marido, dados sus despistes tengo miedo de que se olvide del asunto y para cuando quiera darse cuenta en vez de pájaros en la cabeza tenga una princesa instalada. Me preocupa sobre todo por el viaje de vuelta. No me gustaría que condujera en ese estado.