martes, diciembre 21, 2004




Ayer me compré el Miserere de Allegri. Son quince minutos de música barroca impresionantes. Esta pieza musical tiene una historia detrás muy curiosa. El Vaticano, que era su propietario, no consintió que se hicieran copias de la obra y obligaba a los cantantes, que una vez al año la interpretaban en la Capilla Sixtina, a no difundir en el exterior ni una sola nota bajo pena de excomunión. Esa circunstancia obligó a muchos músicos a viajar expresamente a Roma el día de Viernes Santo para poder oírla. Uno de ellos fue Mozart, quien con catorce años acudió con su padre a la Basílica de San Pedro para escuchar este misterioso salmo. Según cuentan, cuando salió del templo, y apoyándose sólo en su memoria, transcribió nota por nota la pieza y acabó con un siglo de proteccionismo vaticano.
Y nos creíamos que el top-manta era un invento de hace dos días.