martes, octubre 26, 2004




Teatro Albéniz.
Voy con mi pareja a ver un espectáculo de danza. Él se ocupó de sacar las entradas y las entrega en la puerta. El hombre que las pica nos dice que las entradas no sirven, que eran para el día anterior. Mi marido que tiene asumidos sus despistes se acerca a la taquilla para adquirir nuevas entradas, yo que tengo asumido que primero hay que intentarlo todo me adelanto. Le cuento a la taquillera lo que nos ha ocurrido y termino con un "¿usted cree que podrá hacer algo por nosotros?". Se levanta y a los dos minutos vuelve y nos entrega dos entradas para esa función. Se disculpa por no poder acomodarnos en el patio, está todo vendido. Le digo que no se preocupe que, al contrario, que les estamos muy agradecidos.

Teatro Alfil (tres semanas más tarde).
Desde hace varios días que tenemos sacadas las entradas para todo el grupo de amigos. Me he ocupado yo de ello ya que vivo al lado y hemos quedado en la puerta del teatro minutos antes de que empiece la función. Uno de nuestros amigos aparece con una chica con la que no contábamos. La taquilla está cerrada con el cartel de "No hay entradas" y no tenemos entrada para ella. La chica, una muchacha muy joven a la que no conozco, parece incómoda con la situacion. Les pido que esperen un momento y me acerco al hombre de la puerta. Le pongo en antecedentes y pregunto si hay algo que podamos hacer para solucionarlo. Me sugiere que hable con la gerente del teatro y me la señala. La mujer, muy simpática, atiende mis ruegos y la deja pasar, y encima sin pagar la entrada. Desde ese día todos los que me quieren dicen que soy una conseguidora.

Comisaría de Policía (mes y medio más tarde).
Intento convencer a la señorita que está tras el mostrador para que tramite mi DNI alterando mínimamente el procedimiento. Me falta un justificante de mi nuevo domicilio que me comprometo a presentar cuando vaya a recogerlo. Me mira como si estuviera loca y encima me llama señora.

Está claro que mis amigos se equivocan, fuera del ámbito teatral mis dotes persuasivas son escasas.