jueves, octubre 07, 2004




A mi padre le encanta madrugar. Cada vez se levanta más temprano. Suele estar en pie sobre las cuatro de la mañana, a veces incluso antes. Eso le obliga a recogerse a las siete de la tarde, sea invierno o verano.

A mi madre siempre le ha gustado trasnochar. Nunca tiene prisa para retirarse. A las dos de la mañana se acuerda de que tiene que vaciar el lavavajillas y a veces se va a la cama minutos antes de que mi padre se levante.

Mi padre se suele echar la siesta antes de comer y mi madre después de la comida. Eso sí, las dos o tres horas que pasan juntos al día se les ve contentos.