viernes, octubre 01, 2004




En los días que siguieron a la muerte de mi abuela Estrella, mis hermanos y yo temíamos la llegada del cartero. Traía unas cartas de pésame, de esas con un marco negro, que mi madre abría ensimismada y que ya desde las primeras líneas le provocaban un llanto incontenible, llanto que sin querer nos transmitía a nosotros.

Una de ellas, sin embargo, logró el efecto contrario. Mi madre soltó una carcajada y todos nosotros nos reímos con ella. La carta procedía de un primo de mi madre, guardia civil en un pueblo de Segovia, que le escribió a mi madre en estos términos:

"Estimada Julia,

Te escribo con motivo del fallecimiento de tu pariente Estrella Loarte Fernández, catástrofe ocurrida el día 8 de los corrientes, recibiendo sepultura el día siguiente al de autos."