domingo, octubre 10, 2004




Al empezar a trabajar en el banco pude cumplir uno de mis sueños: ser universitaria. La carrera me daba lo mismo, yo lo que tenía claro era que quería seguir estudiando y además como me interesaba casi todo pues tanto daba. En ningún momento pensé en obtener una rentabilidad económica a esa formación, mi trabajo en el banco era más de lo que yo había soñado y tenía unos patrones de gasto tan austeros, consecuencia de las estrecheces que había sufrido los años anteriores, que ni permitiéndome algún capricho era capaz de gastar el sueldo que ganaba.
Pensé hacer una ingeniería por mi pasión por las matemáticas, pero a los que se lo comenté me disuadieron, esa no era una carrera para hacer trabajando, me dijeron. Así que me decidí por Económicas, al menos podría disfrutar del cálculo, de la estadística y de la econometría. Me fui a la Plaza de Castilla, me subí al autobús que iba hasta la Autónoma y me sentí una privilegiada.
Cuando en los años siguientes conocía a algún chico y me hacía la pregunta obvia de estudias o trabajas, yo le contestaba muy seria: trabajo en un banco y estudio Económicas. Y parecía que era una chica que tenía las cosas claras.