jueves, septiembre 16, 2004




Siempre me ha gustado perderme. A pesar de ser bastante extravertida, me encanta caminar sola por cualquier sitio. Duermo bien y, por tanto, a la almohada sólo puedo consultarle cosas sencillas y de rápida respuesta; por eso siempre he necesitado esos paseos interminables para pensar en mis cosas sin prisas.

Siempre me ha gustado leer libros de memorias. Ver cómo otros viven su vida. Leyendo las de Sartre y Beauvoir lo que más me fascinó fue saber que en sus viajes, a veces, se despedían en una ciudad y se reencontraban dos días después en otra ciudad distinta. La idea de perderme cuarenta y ocho horas me resulta muy atractiva. Me gustaría proponérselo a mi marido pero tengo miedo de que diga que sí.