jueves, septiembre 23, 2004




A mi llegada a Madrid me alojé durante unos días en casa de unas primas a las que apenas conocía y que eran varios años mayor que yo. A la hora de acostarnos, ambas se sorprendieron de que durmiera con el sujetador puesto. Les comenté que a mí no me molestaba, que dormía muy a gusto así, pero ellas insistieron diciéndome que no era por mí sino por mi futuro marido. También a ellas les resultaba más práctico dormir con sujetador, me dijeron, pero sabían que debían acostumbrarse a lo contrario. "Qué dirá tu marido si te busca en la cama y te encuentra con el sostén puesto". No recuerdo que les contesté. Dudo que con dieciocho años tuviera yo algo que decir al respecto.

Las dos estaban solteras y no tenían novio a la vista, pero estaba claro que habían fantaseado más de lo que deseable con dejar ese estado. Durante todos estos años he preguntado por sus progresos sentimentales a los que las tratan, pero no ha habido novedad y ambas siguen solteras. Me pregunto si aún dormirán sin sujetador o si quizá una noche cualquiera decidieron dejar de soltar ese clic que ponía en evidencia su derrota.