sábado, septiembre 04, 2004




Encontrar una pareja es una tarea ardua. Y querer encontrarla dentro de tu círculo se vuelve toda una hazaña cuando eres una recién llegada y más que círculo lo que tienes son cuatro o cinco puntos desvaídos a tu alrededor. A mi llegada a Madrid ni en el trabajo ni en la Facultad había nadie que me interesara así que decidí explorar otros caminos.

Mi primer novio en la capital lo conocí en una pequeña sala de cine donde proyectaban una película de Eric Rohmer. Estaba sentado dos filas delante de mí, su nuca me gustó y cuando salí del cine decidí seguirle. Subí la Gran Vía unos metros detrás de él y pensando en la frase genial con que iba a abordarle, pero al llegar a Callao lo vi con intenciones de coger el Metro y tuve que pasar a la acción sin demora con un: "Por favor, ¿tienes hora?", que aún hoy me pone de patillas. Me dijo que no llevaba reloj y le contesté que yo sí y que faltaban dos minutos para las diez. Nuestra relación de pareja duró dos años y nuestra amistad aún perdura.