lunes, septiembre 20, 2004




El pasado año tuve que asistir a una sesión impartida por un guru empresarial que en principio apenas despertaba mi interés. Esperaba escuchar el discurso varias veces oído, pero no fue así. Decía ese buen hombre que lo que más le había costado en la vida era tener claras sus prioridades y que una vez establecidas todo había sido más fácil. Y eran éstas, de más a menos:

- Él.
- Su pareja.
- Sus hijos.
- Su trabajo.
- Lo demás.

Y estuve, y lo sigo estando, absolutamente de acuerdo con él.