jueves, agosto 19, 2004




A pesar de la fascinación que siempre he sentido por Barcelona, sólo la he visitado en tres ocasiones. (Me refiero a viajes de placer, los desplazamientos por trabajo nunca los he considerado viajes.)

1. Estancia de dos días a los veinte años para visitar a mi primer novio. No la presté apenas atención. Tenía otras prioridades y apenas salí de la habitación del hotel.

2. Estancia de tres días de paso hacia el Bajo Ampurdán. Desde que llegué supe que me pedía más tiempo, y disfruté de la sensación que pocas ciudades te transmiten. Ese algo indefinible que te hace sentirte más viva, más audaz, más entusiasta, más seductora, más ingeniosa...

3. La semana pasada, por fin, pudimos disfrutarnos sin prisas. Aún no sé si estoy embarazada. Sueño con traer al mundo otro Parque Güell.