domingo, agosto 22, 2004




Insisto en que hay ciertas cosas en la vida que sólo harías por un hijo. Esta mañana he vuelto a coincidir con Luis Figo comprando la prensa en el centro comercial y le he alargado El País para que me firmara un autógrafo. Mi hijo es un apasionado madridista y la vez anterior me recriminó por no habérselo pedido.

Mientras escribía un manido: "Con afecto, Figo" le he mirado distraídamente. Lo de mirarle lo he hecho por mí, no por mi hijo, y no porque sea especialmente mitómana que no lo soy en absoluto, ni porque tenga el más mínimo interés por el fútbol que no lo tengo, simplemente es que me he dado cuenta de que ese chico no está mal. Nada mal. Mejor dicho, está que te cagas.