LO SA-BÍ-A.
Antes o después tenía que pasar. Ahora ya no sirve de nada lamentarse por nuestra mala suerte, ni justificarse por utilizarla para menesteres que no le son propios, ni echar la culpa a la mala calidad de los materiales, ni escudarse en que hay que salir de la rutina.
Ha pasado y punto. Nos hemos cargado la encimera de la cocina. Y no voy a dar más detalles. Bueno, sólo uno: mereció la pena.