lunes, mayo 24, 2004




Nunca me han gustado las bodas a pesar de mi pasión por los ritos y mi gusto por los disfraces. Y esta no ha sido una excepción: malos actores, malos decorados, secundarios desmotivados, exteriores deslabazados, figurantes mal pagados, movimientos de cámara previsibles...

Decididamente prefiero los entierros. Tienen más carga teatral, más dramatismo, más belleza plástica... Más vida.