Me gustan las adolescentes que pinta Balthus, con sus piernas siempre en danza, con el pie distraídamente apoyado en el borde de la silla, ingenuas en su actitud e involuntariamente perversas en su desnudez y en su gesto ausente y despreocupado.
Me gustan las mujeres que pinta Edward Hopper, apoyadas en la barra de un bar, sentadas en la cama de un hotel o en la mesa de un café, de pie ante una puerta o frente a una ventana, ensimismadas, cansadas de no se sabe qué...
Me gusta como los pintores llaman a esos cuadros: mujer con guitarra, muchacha con guantes, mujer en la ventana, niña con sombrero, chica con falda roja...